Castilla y los judíos

Durante la época de los reinos cristianos en la península ibérica, se produjeron ciertos cambios en la situación y régimen de los judíos, influenciados tanto por lo ocurrido en los periodos pretéritos como por la realidad del momento.

Hemos de recordar que durante la época visigoda se fue desarrollando una política antijudía, lo que dio lugar a que los judíos apoyasen la entrada de los musulmanes, pues en al-Ándalus sus condiciones mejoraron considerablemente. La legislación visigoda se mantuvo en los reinos cristianos, pero la presencia de judíos en ellos era muy escasa. Sin embargo, la necesidad de repoblar los nuevos territorios cristianos y la especial cualificación profesional de los judíos hizo que se desarrollase un clima favorable hacia ellos.

Desde su llegada a la península ibérica, la situación de la comunidad judía sufrió diversos cambios hasta el reinado de Alfonso X, donde se alcanzó un clima de razonable entendimiento

En 1066 Fernando I abolió las disposiciones de intolerancia religiosa visigodas. En las cartas pueblas y fueros se fue implantando una legislación de equiparación entre judíos y cristianos en los ámbitos económico y de derecho penal y procesal, aunque no en lo referente a relaciones mixtas entre judíos y cristianos. Es especialmente representativo el Fuero de Cuenca, de hacia 1190, por su gran proyección, ya que se otorgó a otros muchos municipios de Castilla-La Mancha y Extremadura.

Posteriormente, la llegada de los almorávides y almohades endureció la vida de los judíos en el mundo musulmán, lo que provocó la llegada de judíos andalusíes a territorios cristianos. Estos judíos se asentaron en núcleos urbanos dedicándose a los oficios liberales, las artesanías, las finanzas y el comercio. Para ello, los judíos se organizaban en aljamas, comunidades con capacidad y potestad para recaudar el tributo debido al rey y tributos propios, así como para dictar normas específicas e instituir tribunales.

Hubo también un pequeño sector que se integró en la corte. Esto, por una parte, dio relevancia a las comunidades judías, pero, por otra, generó tensiones dentro de las aljamas, debido a que muchos de ellos estaban exentos por disposición real del pago de impuestos. Ello implicaba un mayor cargo para el resto de la comunidad integrada en la aljama. Además, se les acusaba de incredulidad, al adoptar la filosofía racionalista de Maimónides frente a la Cábala.

A pesar de estas dificultades, Alfonso X hereda un clima de razonable entendimiento, lo que queda representado en el sepulcro de su padre Fernando III el Santo, con inscripción en latín, romance, árabe y hebreo.

Vida y ley

Los judios en la corte de Alfonso X © 2023- Aviso Legal