Miniaturistas
Uno de los ámbitos artísticos en el que destacaron los hispanojudíos en época alfonsí es el de la iluminación de biblias y Hagadot de Pésaj. Las miniaturas o imágenes en estos manuscritos religiosos no solo enriquecían su contenido, sino que lo complementaban y facilitaban su comprensión.
Las biblias, de carácter público, bebieron inicialmente de los motivos ornamentales del mundo árabe. Decoraciones geométricas y vegetales, sencillas y elegantes, se repiten creando patrones complejos, como en el Keter o Joya de Damasco, de Menahem bar Abraham ibn Malik, fechado en 1260. Precisamente en Toledo se desarrolló durante el siglo XIII una importante escuela de iluminación bíblica de carácter anicónico. Buena muestra es la conocida como Biblia de Marsella.
La iluminación de manuscritos hispanojudíos constituye una muestra de los muchos contactos culturales que se desarrollaron en el medievo peninsular.
Poco a poco, estos elementos estéticos fueron derivando hacia una figuración inspirada en el gótico. Inicialmente se empezaron a representar elementos y objetos propios de la sinagoga, para posteriormente iluminar las biblias con escenas ricas en personajes y estructuras, como las que aparecen en la Biblia de Cervera, de finales del siglo XIII, o la Biblia de Alba, ya del siglo XIV.
Las Hagadot cuentan el relato del éxodo y se leen durante el séder, la cena de la fiesta de Pésaj. Tal vez por su carácter privado, contaron desde un inicio con decoraciones figurativas más complejas. Esto se aprecia en manuscritos como la Hagadá Dorada o la Hagadá de Sarajevo, ambas realizadas en Barcelona en el siglo XIV.
Poetas
La poesía fue otro ámbito artístico destacado dentro de los desarrollados por los hispanojudíos. Ya en momentos anteriores al reinado de Alfonso X, los judíos destacaron en la literatura peninsular con figuras como Jacob ben Eleazar de Toledo con sus cuentos de amor, Ibn Gabirol, que cultivó distintos géneros como la elegía o la sátira, o Yehuda ha-Leví, que creó el género de las siónidas, cantos de amor a Jerusalén.
En la corte alfonsí encontramos a uno de los más preponderantes poetas judíos de la época: Todros ben Yehudá ha-Leví Abulafia. Ayudó a afianzar la poesía hispanojudía cortesana con obras como su Jardín de alegorías y sentencias. Es curioso cómo llegó incluso a convertirse en un personaje digno de sus poesías por su ajetreada vida en la corte del rey Sabio.